lunes, 28 de junio de 2010

Algunas fotos de los observadores






Es muy gratificante el divulgar la Astronomía, en esta modalidad conocida como astronomía amateur de “acera ó banqueta”, que en mi caso seria de “plaza”, aunque la idea es la misma.
Aclaro que soy un aficionado, nunca me he considerado todo un profesional pero tan poco mucho menos, solo un curioso e inquieto observador, que no encuentra otra manera tan divertida de compartir y disfrutar de su tiempo libre.

"Me encanta mostrar a la gente, grandes y muy admirables maravillas que se invita a contemplarlas a todos..."

Hasta la fecha, cada día y en el trascurso de la semana de Luna creciente que acudo al centro de la ciudad, es muy agradable el ver, como poco a poco, los morelianos transeúntes se acercan hasta ser familias enteras; y observan admiradas la belleza de la señora de la noche.

En mi labor, hago un poco de pedagogía previa, explicándoles como observar y que es lo que están observando, el tríptico que gratuitamente obsequio, se agota en demasía, he optado por ser un poco selectivo a quienes se los regalo.

Existen ya, cinco seguidores que cada vez que asisto (previo comunicado en fecha y hora en la cual regresare), están más tarde que puntales, pero al final de cuenta se dan una vuelta por ahí, incluso uno de ellos me apoya invitando a los transeúntes argumentando: “Gratis, Gratis…”

Disfruto mucho lo que hago, además de pasar un rato en el centro de mi ciudad, que es muy bello y el punto de observación en el cual me instalo, se adecua enormemente para tal fin, aunado a las amenas charlas con tanta gente que curiosamente se acercan a echar un vistazo, incluso hasta altas horas de la noche.

Una chica de los nacientes seguidores, me dijo:

- Se ve que te encanta, que lo disfrutas mucho…

Pregunte el por qué de su opinión, a lo cual me contesto:

- Se nota en tu cara, en tu sonrisa, cuando miras a las personas entusiasmadas al observar a través de tu telescopio…
No supe que decirle… me emociono mucho su comentario…

domingo, 27 de junio de 2010

La leyenda del Conejo en la Luna




Quetzalcóatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo en figura de hombre.

Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre. Pero todavía siguió caminando, caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó a la ventana de los cielos.

Entonces se sentó a la orilla del camino, y estaba allí descansando, cuando vio a un conejo que había salido a cenar.

-¿Qué estás comiendo?, - le preguntó.
-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?
-Gracias, pero yo no como zacate.
-¿Qué vas a hacer entonces?
-Morirme tal vez de hambre y de sed.

El conejo se acercó a Quetzalcóatl y le dijo;
-Mira, yo no soy más que un conejo, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.

Entonces el dios acarició al conejo y le dijo:

-Tú no serás más que un conejo, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.
Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después el dios lo bajó a la tierra y le dijo:

-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.




sábado, 26 de junio de 2010

El año internacional de la astronomia 2009 y el Sr. Castillo


Mi abuela me contaba que en la plaza principal de mi ciudad, existía un personaje algo extrovertido, enigmático y curioso; que se plantaba con su telescopio y prestaba el servicio de observación a los morelianos transeúntes que paseaban por esos lugares de antaño, eso sí; mediante la muy decorosa suma de cinco centavos por vistazo.


Camilita, una niña científica de 5 años, insistiendo en querer ver la Luna y las estrellas, debido al boom publicitario del año Internacional de la Astronomía y junto con la historia del enigmático personaje que recordaba tanto, se confabularon misteriosamente e influyo en mi, de tal manera que decidí, tomar mi equipo y emularlo.


Hasta la fecha, sé que lo conocían solo por su apellido ó por el apodo de “El burro de oro”, que tenía unas hijas maestras de primaria y se instalaba en la plaza de armas al costado poniente de la catedral, por donde están las escaleras para subir y tener acceso a ella y que cuando llueve se convierte en una peculiar cascada, debido al desnivel de la construcción. Habré de investigar al respecto.


Solo sé que me convertí, en el segundo (claro, después de este interesante personaje, por que por lo pronto, no he descubierto otra persona que por amor al arte, por así decirlo, pierda su tiempo de esa manera) Astrónomo Amateur de Acera de esta ciudad.